jueves, 17 de marzo de 2011

DE MI PATRIA CHICA Y OTROS TEMAS

Hoy quiero hablarles de mi Patria, no de la Patria grande, de esa ya ustedes conocen sus males. Hoy quiero hablarles de mi Patria chica y es que como le sucede a casi toda la gente, yo también tengo una Patria, y la llevo aquí, junto conmigo, desde el día en que partí de mi pueblo.

Confieso que siento un especial fervor por mi pueblo. Aunque parezca lo más lógico, para mucha gente no es así. Andan día a día a lo largo y ancho de sus calles, indiferentes, como si el pueblo no existiera. Hay otros, que se la pasan envidiando la Patria de los demás. Porque ellos creen que se merecen una mejor que la que tienen. Pero ellos, nunca han trabajado por el pueblo y encima se quejan. ¡Cuánta virilidad!

Yo no soy así. Yo quiero a mi Patria chica como esta, pero también deseo que mejore y por eso aporto mi grano de arena, y es que creo que podemos asumir el desarrollo del pueblo como una meta colectiva.

Sé que hay pueblos mejores y también, sin ánimo de ofender, pueblos mucho peores. Si yo no tuviera esta Patria pequeña, creo que me moriría. Y pensar que hay gente que no cuida su pueblo. Que Viven, pasan, y andan como si no fuera de ellos. O como si no les importara que su pueblo esté hecho una porquería. ¡Cuánta apatía!

¡Ah! Pero hay otra gente que es mucho peor. Por ejemplo, están los que hacen sus riquezas a costa de la miseria del pueblo. Tampoco es que les eche la culpa a los que hacen riquezas en mi pueblo: no; el problema de nuestro atraso es responsabilidad de todos.

Y es que mi Patria chica vive a cielo abierto. Tiene todos los climas, y de sus montes nos llegan los olores de las estaciones. Mi Patria chica tiene enormes fronteras: las naturales, las impuestas, las mentales. Las naturales, las que a fuerza de distancia nos separan de otros pueblos; las impuestas, las que por conveniencias políticas nos achican, las que han cambian a lo largo de la historia, pero nunca para extenderse solo para achicarse, incluso recientemente nos movieron las fronteras hasta los límites de nuestros patios. Y por último las que nos han atado al atraso, las mentales, esas son las más peligrosas.

Sí no queremos sorpresas para el futuro, debemos jurarnos que mientras vivamos, o tengamos un halito de vida, nuestra Patria chica no desaparecerá. Depende solo de nosotros. Y como somos pocos y de escasos recursos, mucha seguridad no es. Pero es preferible eso, que depender de las promesas de los políticos, "Estos prometen, prometen....y después, nada". Así que un solo Llanero dispuesto… vale por mil.

Yo no tuve que aprender a querer a mi patria, tampoco nadie me enseñó. Me salió naturalmente. Porque mi patria chica es más que llanura. Mi Patria chica es una vereda, en la inmensidad de nuestro país.

Nolberto Sabino

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