miércoles, 10 de febrero de 2010

MANUAL PARA LOS ELECTORES

Una vez pasado el susto del terremoto en Haití (aunque hay mucha gente que quieren seguir en lo mismo) regresamos a la lúgubre normalidad nacional, viendo que los candidatos a puestos congresuales y municipales, han inundado todas las ciudades con fotografías espectaculares, de gente desconocida, con sonrisas hipócritas, y haciendo un esfuerzo sobrehumano por parecer decentes, como para ver si les volvemos a creer y les damos nueva vez nuestro voto.

Ahora bien, como un servicio nuestro a la comunidad, presentamos este breve instructivo para poder entender un poquito la marejada de publicidad que nos arropa y ver si encontramos debajo de todo esto, algo que sea creíble, es decir para darnos cuenta si realmente vale la pena votar por cualquiera de los señores y señoras que, gordos, lozanos y felices, que nos aseguran que la dicha está al alcance de nuestro mano, solo con darles nuestro voto (supongo que hablan de la dicha de ellos).

1. NO OLVIDE TENER LA MEMORIA PRENDIDA

Esta es la principal apuesta de todos los partidos políticos. Apuestan a que ya se nos olvidó toda la sarta de bendiciones que nos prometieron hace cuatro u ocho años y que, en rigor, serán exactamente las mismas que ahora nos están prometiendo (lo que obviamente levanta la pregunta: de qué coño fue lo que estuvieron haciendo sus antecesores en el puesto). No les demos el gusto recordemos. Yo sé que es difícil y que en general las campañas son algo que todos queremos borrar de la memoria, pero intente recordar que era lo que el candidato o partido (en especial el candidato o partido por el que usted votó) proponía, si la memoria se niega a ayudar, recurra a la gorra del mitin que todavía anda por ahí, o a la camiseta, o tal vez a lo que queda de la calcomanía que pegó en su carro. Si finalmente se entera de lo que le aseguraron que iban a hacer, revise lo que proponen ahora y con esa información, reflexione: ¿Si no cumplieron una vez, como coño piensan hacerlo ahora?

2. LO GENERAL NO SIRVE

Póngase mosca con esta, la regla es simple, mientras más generales sean las promesas de un partido, menor será la posibilidad de que en realidad hagan algo al respecto. Esto es, si un partido o candidato habla en términos grandotes y muy poco concretos (“la salud”, “la seguridad”, “el bienestar”) lo que en realidad está diciendo es: “No tenemos idea de qué coños vamos a hacer, aparte de seguir gastando tus impuestos en cosas poco útiles, pero igual vota por nosotros”. Deshágase de todas esas palabras y promesas, que no quieren decir absolutamente nada (acuérdense de aquello de que “el prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila”), si una vez que lo hizo, no queda nada del candidato o partido, ya sabe que puede esperar de los mismos (nada), en caso de que algo quedara, pase al siguiente número.

3. NO IMPORTA TANTO EL QUÉ, LA GRACIA ESTÁ EN EL CÓMO

Porque de repente algún partido podrá decir, acaso por equivocación, algo que sea una propuesta concreta, digamos, aumento de sueldos, bajas en tarifas de servicios, impulso a micro y pequeñas empresas o legalización de las drogas. Entonces lo que sigue es averiguar si tienen alguna ligera idea de cómo se va a lograr instrumentar dicha propuesta, porque de querer bajar los pagos y querer subir los sueldos, todos queremos, pero en este caso, como cuando uno compra a crédito, hay que leer la letra chiquita. ¿Nos van a subir algún otro impuesto para compensar dichas alzas? ¿Cómo nos cobrarán la baja a los precios?¿Tienen realmente idea de lo que están proponiendo, o nada más están hablando por hablar (lo más probable)?

De hecho, si en algún momento de la historia, se nos cumplieran los sueños, todas las campañas tendrían que estar centradas en esto. Todos los partidos (si tienen algo de inteligencia) tienen la obligación de decirnos que todo va a estar hermoso y jevi si votamos por ellos, el chiste, lo que en realidad debería hacernos votar por unos en lugar de otros (habida cuenta de que todos ofrecen lo mismo) debe ser precisamente el cómo van a lograr respaldar sus propuestas. Si su candidato de preferencia no le dice el cómo (o en lugar del cómo sale con generalidades estilo “trabajando unidos” y demás babosadas) tírelo de a loco, no sirve, ni él (ella), ni su partido.

4. LAS PIEDRAS LAS ARROJAN LOS QUE NO ESTÁN LIBRES DE PECADOS.

A últimas fechas y a falta de otra mejor idea (o mejor dicho, a falta de cualquier idea) a los partidos les ha dado por dedicarse a aventarse lodo los unos a los otros, enfocando sus más bien escasas luces en una más bien penosa competencia de ver quién puede sacar más trapos sucios de sus contrincantes. Hay que decir que no tienen que esforzarse mucho en encontrarlos, ya que, tristemente para los ingenuos votantes que todavía existimos, lo que más abunda en la política nacional es lodo (u otras variantes de materia: café, pintura o mierda). Para evitarnos las interminables y exasperantes espirales de acusaciones para ver quién es más ladrón que el otro, concedamos de una buena vez que ninguno de los partidos está exento de haber actuado en contra de las reglas del juego democrático, lo que los pone a todos, al menos desde mi perspectiva, en el mismo nivel. Son instituciones que no hacen ningún esfuerzo por jugar limpio, pretender a estas alturas que uno sea menos sucio que otro es el equivalente a seguir creyendo que las Estrellas del Este son un buen equipo de base ball.

Si se topa con una campaña de este tipo, puede hacer dos cosas, la más sensata es dar la vuelta y no prestar atención. Como suele ser muy difícil escapar a la ingrata invasión de la publicidad que nos inunda por todos lados y a toda hora, haga usted lo siguiente: tome nota de todas las acusaciones, epítetos, adjetivos y denuncias que un partido hace del otro y entonces tendrá una excelente autobiografía del partido acusador. El dicho es “se presume de lo que se carece”, en las campañas políticas el lema sería “se acusa de lo que se padece”. No lo dude ni tantito, las acusaciones a un partido son completamente aplicables al que las está haciendo.

5. UN PARTIDO POLÍTICO NO ES UN EQUIPO DE BASE BALL

El base ball y la política nuestra comparten muchos rasgos en común, en ambos los sujetos involucrados ganan sumas exorbitantes por un trabajo que la mayor parte del tiempo hacen mal, en ambos los medios de comunicación intentan hacernos creer que individuos promedio, o francamente mediocres, son en realidad dechados de virtudes y la salvación de la patria. Igualmente, en las dos instancias lo que vemos en la realidad pocas veces coincide con lo que los narradores oficiales nos cuentan y la lista podría, tristemente, seguir y seguir.

Con todo y eso, los partidos políticos no son equipos de base ball. Eso quiere decir que no se requiere tenerle una fidelidad o un “amor a la camiseta” a un partido. No porque en mi familia siempre hayamos votado por tal o cual partido, yo tengo que hacer lo mismo y ciertamente, el que “mi” partido gane, no significa en absoluto que vaya a ganar yo, o mi familia, o mi ciudad, o cualquier otra persona que no sea el político y sus lambones. Cuando seguimos el base ball, a veces nos contentamos con que no gane el equipo al que detestamos, aunque el nuestro no gane, o gane haciendo trampa (que no lo haya visto el árbitro, no quiere decir que no sea trampa). Con los partidos políticos no debe ser lo mismo, sirve de muy poco que nuestro adversario pierda, si en la derrota del otro pierden hasta los que no votaron por él. Nuestro país está hecho un caos, hay gente muerta por todos lados, la economía está peor que en los últimos veinte años, que de por sí no habían sido muy buenos, el desempleo está subiendo cada día, las tres entradas (legales) más importantes de dinero al país –petróleo, remesas, turismo – están cayendo por acciones u omisiones del gobierno, nos vamos a endeudar más que lo que nos endeudamos con Hipólito (que fue muchísimo).

Obviamente eso no sirve para nada. Aquí la lealtad no debe ser a un color, ni siquiera a una ideología (entre otras cosas, porque ya todos los partidos se deshicieron de esa molestia anacrónica) mucho menos a un candidato, tiene que ser a lo que nos queda de país, que se manifiesta en todos los que nos rodean y nos incluye a nosotros. Si lo que un partido está haciendo nos está llevando al mismísimo diablo, con la pena por el partido, así lo haya fundado nuestro tatarabuelo y así vaya a votar toda nuestra familia o grupo social de referencia, no hay que votar por ellos. Los equipos de base ball generan y merecen la lealtad de su afición cuando logran ser representantes dignos de su gente, cuando es posible identificarse con lo que proponen y con lo que realizan en el play. Ningún partido político en la actualidad ha hecho lo necesario como para considerarlo representante legítimo de otra cosa que no sea la ambición, la corrupción y la ineptitud. (Dario Cepeda Galvan)

Nolberto Sabino



No hay comentarios:

Publicar un comentario

No tengas miedo de comentar, la participacion es un derecho y un deber... tambien es un forma de cooperar con esta pagina.