martes, 27 de abril de 2010

EL CANDIDATO EJEMPLAR


Nunca lloro, ni evoco su infancia desvalida, no besaba a los niños, ni firmaba autógrafos ni se fotografiaba junto con inválidos. No prometía nada. No infringía interminables discursos a los electores. No tenia ideas de izquierda, ni de derecha, pero tampoco era de centro. Era insobornable, despreciaba el dinero, aunque se relamía notoriamente ante los ramos de flores.

En las elecciones Municipales, encabezaba las encuestas. Era el candidato favorito a la alcaldía del pueblo y su fama creció en todo el nordeste del Municipio. La gente, harta de los políticos que mienten hasta cuando dicen la verdad, confiaba en este joven bóvido artiodáctilo, vulgarmente llamado chivo, de color blanco y barba al tono.

En sus actos públicos, bailaba, erguido en dos patas, y hacia convincentes cabriolas al ritmo de la banda que lo acompañaba por los barrios. En vísperas de su victoria, amaneció muerto. Tenia la barba roja de la sangre seca. Había muerto envenenado.

Eduardo Galeano

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